Bueno... Después de muchos, demasiados tal vez, días decido colgar algo aquí. Es una lastima que no sea sobre la novela, pero mi mente está estancada y no sé porque. Hasta que no vuelva a encontrar la inspiración mi novela seguirá así y lo siento mucho, de verdad. Por ahora escribiré relatos cortos, que parece que es lo único que se me ocurre, espero que os guste :)
Sin rumbo, sin ánimo, sin lágrimas ya que derramar, así me encuentro yo, frente a un gran acantilado. Tengo dos opciones, ninguna de ellas me gusta, pero ¿tengo acaso esperanza? Traicionado y humillado termino hoy con mi vida, con tantas preguntas aún en mi cabeza, como una repetitiva canción de verano ¿por qué?
Sin rumbo, sin ánimo, sin lágrimas ya que derramar, así me encuentro yo, frente a un gran acantilado. Tengo dos opciones, ninguna de ellas me gusta, pero ¿tengo acaso esperanza? Traicionado y humillado termino hoy con mi vida, con tantas preguntas aún en mi cabeza, como una repetitiva canción de verano ¿por qué?
No encuentro hasta
ahora una respuesta a esa pregunta, y no creo que alguien la encuentre nunca.
Las personas buenas sufren y las malas, por mi propia experiencia, no. He sido
esas dos cosas durante mis años de vida, interpretaba un papel pues ser yo
mismo no funcionaba. Pero sigue sin funcionarme, las cosas continúan saliendo
mal y parece que no hay remedo, no hay esperanza. No existe un Dios que con un
chasquear los dedos solucione tus problemas porque ni siquiera te escucha; en
cambio parece que hay personas que creen en él, lo que me hace pensar que la
existencia humana es muy deprimente, creyendo en algo y en alguien que no sabe quién
eres.
Las olas del mar
chocan con furia contra las rocas, como dos amantes en su lecho en un momento
de pasión desenfrenada, la espuma blanca que se forma desaparece a los pocos
segundos pero vuelve a aparecer. El viento mueve las ramas de los árboles tan
frágiles en ese momento, y las nubes ocultan el último resquicio de sol que
puede iluminar este lugar. Yo me encuentro en el borde de estas rocas
amontonadas.
Solo un paso me
separa de la caída libre, solo un paso en el que puedo acabar con todo, muchos
metros hay hasta llegar al agua y sé que cuando choque contra él ya no habrá
marcha atrás. Desgraciadamente algo me retiene aún, la estúpida esperanza.
Gran tontería esa
palabra, una como otra cualquiera pero con un significado atroz, un mal que se
quedó encerrado en la caja que Pandora nunca debió abrir; una palabra con nueve
letras puede hacer que te replantees muchas cosas y te hagas esa pregunta que
comienza por ‘’ ¿y si…? ’’. La esperanza aún me retiene en este mundo, me hace
pensar que tal vez, sólo tal vez, las cosas cambien, que todo vaya a mejor y la
felicidad vuelva otra vez. Pero ha pasado tanto tiempo con la esperanza dentro
de mí, la cual ya veo como algo lejano, así que doy un paso hacia delante con
los ojos cerrados decidido a dejar que el mar engulla mi cuerpo.
Espero cinco,
diez, doce segundos y no llega, una sonrisa amarga se forma en mi boca, mis
pies están sobre las rocas grises. Sí, soy un cobarde porque en vez de acabar
con mi sufrimiento sigo aquí, y la estúpida esperanza contribuye a ello. Me
siento en el borde del acantilado y dejo que mis pensamientos vaquen mientras
miro al mar que parece enfurecido, tal vez porque no haya conseguido un cuerpo
para engullir.