viernes, 1 de marzo de 2013

Capitulo 2


- Quédate aquí fuera, cuando te llame entras ¿entendido?
- Sí.
El director entra en el aula, el bullicio que escuchaba antes de entrar cesa de golpe. “Todos tienen respeto al amado director” piensa Amelia. Pero una cosa es que delante se muestren respetuosos y otra muy distinta que hablen mal a sus espaldas, como viene a ser normalmente.
- Amelia, ya puede entrar – le dice el director interrumpiendo sus pensamientos.
Amelia entra con paso decidido y con esa sonrisa que ha practicado tantas veces delante del espejo, una sonrisa excesiva pero no demasiado. Como dice ella misma, más puede llegar a ser enorme.
- Chicos y chicas de 4º F, os presento a Amelia Sánchez. Espero que la tratéis como es debido, ¿eh? Amelia, este es tu profesor de matemáticas que también será tu tutor a lo largo del curso.
- Hola, Amelia. Encantado de conocerte. Soy José Martínez – le dice ofreciéndole la mano. Se la estrecha y da una leve sacudida.
Es un hombre joven, de alrededor 35 años, no sabría decirlo. Rubio y alto. Jamás en su vida había conocido a un profesor de matemáticas joven, siempre eran viejos y de una edad ya avanzada.
- Bueno, Amelia, te dejo con José. Adiós – le inclina la cabeza al profesor y se va.
- Amelia, te sentaras en la fila de la ventana, en la quinta fila, ¿te perece bien?
- Sí.
Se acomoda la mochila y se dirige a su asiento. Durante todo el camino varios ojos la observan. “Oh”, piensa, “meteos en vuestros asuntos y mirad hacia delante, maldita sea. No estaré aquí mucho tiempo, tranquilos.” Finalmente llega a su asiento, deja la mochila al lado de la mesa y se sienta. No paran de mirarla, bueno, vale, no todos la miran. Algunos simplemente han aprovechado la ocasión para sacar el móvil, pero aún así se siente incómoda.
- Chicos, dejad de mirarla, que la estáis poniendo nerviosa – interviene el profesor.
Dejan de mirarla, lanza un suspiro de alivio, no le gusta que le miren, se pone demasiado nerviosa, le sudan las manos y las piernas no le funcionan de la misma manera. El profesor de matemáticas empieza a hablar sobre el nuevo curso, que si es importante, que si no deben distraerse… Pero ella no lo escucha, es la misma historia de todos los años. Probablemente solo durará unos meses hasta que vuelvan a cambiarse de ciudad.
Y aunque ella no lo sepa, ese año no será lo mismo, probablemente alguien cambiara su vida, y ese alguien está a solo unas mesas de ella.

Suena la sirena que indica el final de esa clase, el profesor comenta algo sobre una reunión de padre, pero nadie le escucha, cuando se va cierra la puerta tras de sí, y en ese momento todos vienen hacia ella. Empiezan a saludarla, les devuelve el saludo pero empiezan a agobiarle, algunos le preguntan su nombre, se lo dice, responde a todas las preguntas; mira por la puerta suplicando que por favor el próximo profesor llegue pronto. En ese momento, un chico con el pelo rapado por los lados y en forma de cresta, empuja a todos para hacerse pasar.
- ¡Eh! – dice el chico – Nueva, acaparas atención ¿eh?
- Eso parece.
- Bueno, a lo mejor juntos acapararíamos mucho más – dice con una sonrisa burlona.
Está a punto de contestarle, pero una carcajada la interrumpe y todos giran sus cabezas hacia una persona sentada detrás de ella que hasta ese momento no sabía que estaba ahí.
- ¿Qué pasa, gafas? – dice el de la cresta – ¿Te parece gracioso lo que he dicho?
Se da la vuelta y observa a la chica. Lleva gafas, pero no es eso lo que le sorprende, sino el hecho de que tenga unos ojos azules, sería guapa si se maquillara un poco, y la ropa tampoco ayudaba en su aspecto. En cambio su sonrisa es de supermodelo; entre las manos tiene un libro.
- No, solo me reía del un personaje del libro.
- ¿A si? – dice, entonces le arrebata el libro de las manos, y se aleja con él.
- Oye, devuélvemelo – lo reclama, pero no le escucha, todos empiezan a reírse, porque cada vez que ella consigue atraparlo él la elude.
- ¿Lo quieres, gafas? Pues ven a por él.
En ese momento entra el profesor y todos vuelven a su sitio menos el de cresta y la de gafas. El chico le lanza el libro, pero ella no consigue cogerlo y cae al suelo, a sus pies. Amelia se agacha y se lo da, la chica le dice gracias.
- ¿Qué está pasando aquí?
- Nada – dicen todos al unísono.
Se queda sorprendida, al parecer nadie dice nada, ni siquiera la propia víctima, pero supone que es por algo así que tampoco dice nada.
- Bien, pues empecemos la clase.
Todos protestan, algunos se quejan porque al ser el primer día no deberían hacer nada, pero el profesor les ignora. Se presenta, es el profesor de historia, Ramiro Martínez.
- Pues una vez que nos hemos presentado, empezamos con el tema. Id todos a la página 10.
Vuelven a protestar, pero él no les hace caso. Y empiezan el tema 1.

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