José
Martínez era robusto, con los hombros y caderas anchos, ojos negros y pelo
moreno, con aspecto de policía, claro está, por que lo era. No se le escapaba
nada y menos lo que hace su hija que, sorprendentemente, no estaba en casa
cuando el llego. Lo primero que hace al no encontrarla es buscar el teléfono,
pero cuando estaba marcando su número de teléfono la puerta de su casa se abre
y por ella entra Sofía.
-
¡Hola! – saluda ella nada más entrar.
-
Hola – su padre se dirige a ella con el ceño fruncido al ver una caja entre sus
manos –. ¿Dónde estabas?
- Comprando donuts.
-
¿Donuts? ¿Por qué?
-
No se – se acerca a él, le da un beso en la mejilla y deja la caja en la mesa
–, no te preocupes tanto, o morirás de un infarto en vez de un balazo.
- Uno
se muere de un balazo si no tiene reflejos, y yo los tengo.
Sofía
se ríe ante la ocurrencia de su padre. Bueno, al menos ha conseguido
distraerle.
-
Tienes mucha razón, papá.
Entre
risas y bromas preparan el desayuno y se sientan en la mesa.
-
¿Qué tal la fiesta ayer?
- Genial.
Aunque Roberto me obligo a cantar.
-
¿Y no te gustó?
-
Sí me gusto, pero fue un poco vergonzoso.
-
Pero no es la primera vez que cantas delante de un público.
-
Papá, es muy distinto.
-
¿Por qué?
-
Porque…Agh, déjalo. Por cierto, mamá llamó anoche.
-
¿Sí? ¿Qué quería?
-
No lo sé, llamó y me preguntó que tal estaba. Solo me dijo que te dijera a ti
que había llamado.
-
Oh, sí. Me llamó después.
-
¿Y qué te dijo?
-
Me preguntó si no me importaba llevarte con ella al campo Maite en Navidad.
Sofía
hace una mueca con la boca. Maite es la mejor amiga de su madre y dueña de la
panadería. Así que si la amiga de su madre va eso quiere decir que su hijo
también, y eso no es una buena idea.
-
¿Qué pasa, Sofi?
-
No quiero ir al campo.
-
¿Y eso por qué?
-
Papá, si va Maite irá Miguel y, sinceramente, no quiero verlo.
-
Ay, hija. No puede escapar siempre de él.
-
No escapo de él, solamente no quiero verlo.
-
¿Por qué no llevas a alguien?
“Claro”,
piensa, “como tengo tantos amigos”
-
Sí, papá, tal vez lo haga.
Terminan
de desayunar y José le dice que va a descansar un poco, hoy tiene todo el día
libre, algo que no ocurre frecuentemente. Pero a ella le gusta porque así su
padre puede dormir.
Desde
la separación de sus padres, él no ha vuelto a ser el mismo. La separación fue
amigable, pero dura. Su matrimonio no funcionaba bien ya que la diferencia de
horarios en el trabajo no coincidía y el amor que sentían había desaparecido.
Esa es una de las razones por las que cree que el amor para siempre no existe.
Nada
más llegar al parque Lorena y Christian salen corriendo hacia los columpios dejando
atrás su enfado por la pelea. Amelia se siente en un banco cerca de los niños
para poder verlos, saca su Mp3 y elige la canción que quiere escuchar, For The
Love Of A Doughter, le encanta esa canción. Unos cuantos minutos después Lorena
va hacia Amelia y le pide que juegue con ella ya que Christian ha ido a jugar
con otros niños al futbol. Amelia va hacia ella y le columpia con la canción de
Spectrum de fondo.
Cae
rendida en el banco, su hermana es muy activa, no puede seguirle el paso. Que
si ahora colúmpiame más fuerte, que si ahora vayamos al tobogán, que sí ahora
juguemos al pilla pilla. Menos mal que ha encontrado a unas niñas que van a su
clase, sino no sobreviviría más.
De
pronto ya no escucha música saliendo de su auricular, saca el Mp3 de su bolsillo
y se da cuenta de que la batería se ha agotado. Resignada lo apaga y justo
cuando levanta la mirada para buscar a su hermano, este da una patada al balón
tan potente que le da en la cabeza a un chico con capucha. Solo Amelia se da
cuenta y sale corriendo hacia él.
-
Oh, vaya. ¿Estás bien?
No
le ve muy bien la cara pero se da cuenta de que asiente con la cabeza.
-
Sígueme, te llevare a un banco.
Lo
lleva hacia el que hace unos momentos estaba ella y lo sienta lentamente.
-
¿Estás seguro de que estas bien?
-
Sí, maldita sea. ¿Quién ha sido el imbécil que me ha dado con el balón?
En
ese momento el chico se quita la capucha rebelando su cara. Los dos se quedan
sin aliento porque se reconocen. Es el chico del concierto que los llevo en
furgoneta.
-
Me temo – dice Amelia –, que el imbécil es mi hermano pequeño.
-
Perdona – se levanta del banco poco a poco para no marearse –, no sabía que era
tu hermano.
-
No pasa nada, es un imbécil porque no ha venido a disculparse – da media vuelta
y busca a su hermano con la mirada - ¡Christian! – grita cuando lo encuentra -
¡Ven aquí!
El
niño corre hacia ellos con cara disgustada, probablemente le caiga una bronca.
-
Creo que tienes que decirle algo – dice ella cuando su hermano llega.
-
Lo siento.
-
No pasa nada, chaval – le dice Roberto –. Estoy bien, creo – dirige sus dedos
hacia donde ha recibido el golpe – Puedes irte. Por cierto, buen tiro. Si
hubiera sido una portería hubieras marcado gol.
-
Gracias.
-
Eso – le dice Amelia –, tú encima aliéntalo a que siga tirándole balonazos a
las personas.
-
¿Qué? Es la verdad. Tiene una buena puntería.
-
¿Seguro que estas bien? – dice preocupada acercándose un poco para poder ver si
tiene alguna hinchazón.
-
Sí, solo me duele la cabeza.
-
Normal. El golpe ha sido muy fuerte – acerca los dedos hacia donde estaban los
de él antes - ¿Te duele aquí?
-
Sí.
Sus cuerpos están a escasos centímetros, casi
rozándose. Sus alientos se mezclan, ninguno de los dos está seguro de poder
separarse. Pero Amelia, al darse cuenta de la cercanía, quita la mano tan
rápidamente que el pelo de Roberto se enreda con la pulsera de ella haciendo
que la cara de él choque con la de ella y, a su vez, sus bocas. Instintivamente
Roberto la sujeta por las caderas y la pega más a él, Amelia no se resiste, no
sabe porque pero quiere seguir saboreando sus labios y asustada por su reacción
se separa bruscamente de él dándole igual o no si le hace daño al arrancar la
pulsera de su pelo.
-
¿Qué crees que estás haciendo? – le pregunta furiosa.
-
¿Yo? Nada. Me has tirado del pelo con la pulsera y yo…
-
Déjalo. No necesito que me des explicaciones. Será mejor que me vaya.
Se
aleja de él. Va hacia su hermano y después hacia su hermana, se los lleva a
casa, no quiere estar ni un minuto más en ese parque.
-
Amelia – le dice su hermana pequeña –, ¿por qué has besado a ese chico? ¿Es tu
novio?
-
¿Qué? No, claro que no.
-
¿Entonces?
-
Lore, déjalo, no lo entenderías. Pero de esto ni una sola palabra a mamá y a
papá y mucho menos a Arthur, ¿entendido?
-
Sí.
Y
con esa promesa de su hermana vuelven a casa. Amelia espera no volver a
encontrarse en su vida con ese chico.
¡¡¡Oh My God!!! Hahahahahahahaha qué monos que son Amelia y Roberto *_____________________*
ResponderEliminarAquí hay teeemaa, pero vamos!-(frase de Enrique en LQSA jejee, ocno)
Porfii sube otro prontooo lo estoy deseando <3<3<3
Un abrazotee :*