Hola, siento haberme tardado para este capitulo. Pero entre examenes y trabajos no he podido encontrar tiempo para escribir. Recompensare todo este tiempo.
Y con esto os dejo con el nuevo capitulo.
Es
la séptima canción del concierto y la verdad es que no lo llevan nada mal,
todas las canciones que han cantado hasta ahora ha provocado un gran fulgor
entre todos, la verdad es que a ella también le está gustando. Mira su reloj,
ya llevan una hora de concierto.
-
Muchas gracias – dice el cantante a través del micrófono –, como habréis
comprobado ninguna de las canciones que hemos cantado hasta ahora son nuestras.
Pero espero que no os importe, ¿o sí?
Se
produce un gran griterío diciendo un fuerte no.
- Genial,
entonces tampoco os importara que descanse la voz y os deje con mi prima, ¿o
sí?
Esta
vez varios noes y sies se producen en el local, provocando una sonrisa en el
cantante haciendo a la vez que se le revuelque el corazón y quitándole el
aliento. “Sí que es verdad que la sonrisa de una persona es lo más sexy”
piensa. Mira a la otra chica, no se había dado cuenta hasta ese momento que
estaba ahí.
-
Bueno, no era una opción. Yo me he cansado y creedme que mi prima no os
decepcionara. Además, yo no me iré del todo sino que estaré aquí al lado con la
guitarra eléctrica.
El
chico cambia de posición y coge la guitarra que está detrás de la cortina,
mientras la chica se pone delante del micrófono. Lleva un vestido plateado un
poco ajustado y unos tacones negros, el pelo rizado le cae por los hombros, la
mira fijamente y… A esa chica la conoce, su cara y esos ojos. Pero ella no es…
-
Hola, mi nombre es Sofía. Como ha dicho antes mi primo, cantaré a partir de
ahora, espero no decepcionaros.
Las
notas de la guitarra empiezan a sonar, no hace falta que le digan el titulo,
sabe perfectamente cuál es.
Firework empieza a sonar y la voz de
Sofía inunda el local, no lo hace mal, nada mal. Hasta parece que haya ido a
clases de canto. Pero la pregunta es: ¿dónde se encuentran esas gafas de pasta
negra, sus zapatos planos y su ropa más o menos holgada? Se queda sorprendida
por el cambio que ha dado aquella chica, incluso está mucho mejor así vestida,
no entiende porque lleva ese tipo de ropa si es guapísima. No es que sea su
problema pero…
Mira
a su alrededor, todos cantan al unísono con ella, parece que les ha gustado
Sofía, pero lo que más le sorprende es la cara de su hermano. Se ha quedado
como ensimismado por su compañera de clase, sus ojos parecen que no pueden despegarse
de ella.
-
Si la sigues mirando la vas a gastar.
Ni
caso, no le ha escuchado, se encoge de hombros y mira al escenario. Nota que
unos ojos están sobre ella, sabe quién es. El chico con el que bailaba y que
sin previo aviso se fue, no quiere mirarlo pero es tal la tentación que no
aguanta.
Sus
ojos se posan sobre los de él haciendo sobresaltar a ambos aunque no lo noten, y
a ambos sienten ese retorcijón en el estomago. Mientras aquel chico cantaba le
ha dado tiempo a observarlo mejor, su pelo es rubio casi tirando para castaño
los ojos ya los había visto, pero con esas luces son más increíbles aún.
Él
aparta antes la mirada, y sigue deslizando sus dedos por la guitarra
produciendo las notas de la canción. Ella no puede apartar la mirada pero se
obliga a hacerlo; otra canción empieza. Esta vez es Euphoria, la canción ganadora de Eurovisión, y como en la anterior,
también lo hace genial.
La
última canción acaba y con ella la fiesta, pero no la noche.
Se
aleja del micrófono y deja que su prima se ponga delante de él, camina con
lentitud hacia la guitarra que está detrás de la cortina que hace unos minutos
cubría el escenario.
Cuelga
la guitarra a su hombro derecho, coge la púa y espera a que su prima termine de
hablar. Esta nerviosa, lo sabe, pero es la única opción que le quedaba. Era
ella o la pesada de Noemí, además su prima le debía unas cuantas desde hace
unos meses.
Sofía
termina de hablar y él toca las primeras notas de la canción, a la vez su prima
empieza a cantar. Él la oye encantado, canta muy bien y le extraña que nunca lo
demuestre. Sabe a la perfección que sus tíos la apoyarían si decidiera hacerse
cantante, pero al parecer su primita no quiere. La quiere mucho, casi como una
hermana, bueno, en realidad se ha convertido con el tiempo en eso y la trata
como si lo fuera.
Mira
al escenario, por la cara que pone cada espectador nota que su prima está
teniendo un éxito arrasador. Varios chicos la miran de arriba abajo, no le
gusta, pero es el precio que tenía que pagar. Además, bajo su protección ningún
tío se iba a acercar a ella, como que se llama Roberto.
Entonces
la ve, baila con la música y mueve los labios, le habla al chico que tiene al
lado pero parece que no le escucha. Y como si de una conexión mutua se tratara,
los ojos de ella se posan sobre los de él. “Madre mía” piensa “esos ojos tan
azules no son de este mundo” Unos ojos grandes delineados por un lápiz de ojos
lo hipnotizan, y sin quererlo ni desearlo siente ese extraño sentimiento en el
estomago que hacía tiempo que no sentía.
Se
obliga a apartar la mirada, no sabe que ha sido lo que acaba de sentir, pero
sin duda no quiere volver a sentirlo. Es algo con lo que hace tiempo que no
está familiarizado. Aunque tal vez sea el momento de dejar el dolor y volver a
sentirlo aunque no quiera.
Su
prima acaba la última canción y varios chicos empiezan a gritar pidiendo otra.
Sofía le mira, pidiendo ayuda, pero él solo se encoge de hombros. Finalmente
atendiendo a las peticiones de su público empieza a cantar Wide Awake de Katy Perry, y como en la demás canciones, al público
le encanta.
Acaba
la canción y esta vez, acaba el concierto. Las cortinas de cierran y los
músicos empiezan a recoger. Él se
descuelga la guitarra y se acerca a su prima.
-
Al final no ha ido tan mal.
-
No, pero aún así ha habido momentos en los que pensaba que se me iba a olvidar
la canción.
-
Pues no se ha notado, lo has disimulado muy bien.
-
Ya. Bueno llévame a casa, este estúpido vestido está empezando a fastidiarme.
Quiero ponerme mis vaqueros de una vez por todas.
-
Sofía, deberías de dejar de ir tan rara al colegio, estas mucho más guapa así.
-
No quiero fingir algo que no soy.
-
¿Y vestir así es algo que tu eres?
-
Déjalo, no lo entenderías ni aunque te lo explicara.
Y
diciendo esto se da media vuelta y se aleja. “¿Y ahora que he hecho?” piensa
indignado “¿He dicho algo malo?”
-
Tío, ve a buscar la furgo anda – le
dice el chico que tocaba la batería.
-
Vale, pásame las llaves.
Le
tira las llaves y él las coge al vuelo. Baja del escenario por la escalera de
al lado y se dirige a la puerta trasera. Empieza a andar, se abrocha la
chaqueta al sentir un fuerte viento golpeándole en la cara. El mes de Octubre
está siendo muy frío, y si así están en este punto del año no quiere imaginarse
que pasara en Diciembre. Dobla la esquina y encuentra la furgoneta, está a
punto de entrar pero una voz a su espalda lo detiene.
-
Eh, guapa, ¿qué haces aquí sola? – la voz es la de un chico con el pelo rapado.
-
No es de tu incumbencia – la chica se da media vuelta para irse pero la
acorrala contra la pared – ¡Eh! Suéltame.
-
Tranquila, guapa, no muerdo. A no ser que no quieras.
No
deja que pase más el tiempo y se dirige a ellos. Cuánto más se acerca más cree
reconocer a la chica. Finalmente, cuando está a solo unos metro la identifica.
Es la morena de los ojos azules del concierto, que, al mirarla, sintió esa cosa
extraña.
Las
cortinas se cierran y todos empiezan a irse de la sala. Varias chicas pasan al
lado suyo hablando de los guapo que era el cantante.
-
¿Nos vamos?
-
Sí.
-
Vale, voy a coger las chaquetas, espérame fuera y ve buscando un taxi.
-
No vamos a encontrar uno a estas horas.
-
¿Prefieres ir andando?
-
Voy a buscar un taxi.
Su
hermano le sonríe y ve como se aleja. Vale, ahora toca el reto de buscar las
chaquetas y no recuerda donde los dejo.
Sale
al pasillo y mira de un lado a otro. Piensa donde los ha podido dejar. “Claro”
piensa “los deje en el guardarropa de la entrada” Se dirige a ella y busca
dentro, encuentra la suya, pero no la de su hermana. Como no lo encuentre, no
llega vivo a casa. Da media una vuelta sobre sí mismo y entonces ve a una chica
recoger una chaqueta del suelo, mira a un lado y luego al otro. Es la cantante
del concierto.
Él
ve mejor la chaqueta, es la de su hermana, pero ¿qué hace? ¿Se acerca? Claro,
si no puede que se lo lleve. Se dirige a ella y le saluda, la chica se queda
sorprendida.
-
Perdona, pero, esa chaqueta es de mi hermana.
-
Oh, toma – y cuando va a entregarle la chaqueta, sus dedos se rozan haciendo a
los dos sobresaltarse y ponerse colorados – Lo…siento, lo encontré en el suelo
y…
-
Sí, te he visto.
-
¿Me has visto? – pregunta sin comprender.
-
Sí, he visto que lo recogías. A lo mejor alguien se confundió y lo tiró al
suelo.
-
Sí, puede. Bueno, eeehm… Adiós.
Y
sin darle tiempo a despedirse, la chica se aleja de él. “Que rara”, piensa
“Bueno, será mejor que salga si no quiero que mi hermana muera de frío”
Sale
enfadada del local, el viento de aire frío la hace estremecerse, aun así sigue
caminando.
Dobla
la esquino para dirigirse por la avenida en la que pasa algún que otro coche.
Los tacones no le facilitan mucho andar deprisa, piensa en la posibilidad de
quitárselos pero se da cuenta de que entonces tendría frio en los pies.
Oye
una voz a sus espaldas.
- Eh,
guapa, ¿qué haces aquí sola?
Gira
la cabeza hacia atrás sin parar de andar, no sabe quién es aquel chico de más o
menos dieciocho o diecinueve años que se dirige hacia ella, es alto y tiene el
pelo rapado, no le gusta nada las pintas que lleva.
Decide
ignorarle diciéndole que no es de su incumbencia y sigue andando, pero entonces
el chico la coge del brazo y la acorrala contra la pared.
-
¡Eh! Suéltame.
-
Tranquila, guapa, no muerdo. A no ser que no quieras.
Su
aliento huele a alcohol, no puede hacer nada, está demasiado aprisionada contra
la pared.
- Será
mejor que me sueltes.
-
¿O qué, morena?
-
O te dejo sin tu cara bonita.
Esas
palabras no han salido de su boca, gira la cabeza para ver quién es y lo
reconoce al instante, es el cantante del concierto y el primo de su compañera
de clase.
-
¿Quién te crees que eres?
-
Soy su novio, gilipollas. Y créeme, como no apartes tus manos de ella no
saldrás vivo. Sé cuidar de lo que es mío.
“Espera”,
piensa, “¿qué soy qué?” Y antes de que pueda decir algo, aquel borracho la
suelta. Y de pasar a estar entre los brazos del rapado pasa a estar, por lo que
parece, su novio.
-
Tranquilo, colega. Solo era una broma.
-
Lárgate.
-
Vale, vale.
El
chico se aleja dando tumbos. El brazo de su “novio” le roza la cintura,
provocando en ella los latidos de corazón más fuertes que nunca.
-
Gracias, pero lo tenía todo controlado – dice mientras se aleja de él.
-
Pues desde mi punto de vista no lo parecía.
-
No tenemos el mismo punto de vista, por lo que parece.
-
¡Amelia! ¿Estás bien?
Arthur
se acerca a ellos, con la cara preocupada y el ceño fruncido.
-
Sí, no pasa nada.
- He
visto que ese chico se alejaba y pensé que…
-
Arth – dice tranquilizándole –, tranquilo. Estoy bien. Este chico me ha ayudado.
Su
hermano le mira con cara de pocos amigos y evaluándole.
- Bueno,
más que ayudado te he salvado. Tío – dice cuando Amelia abre la boca –,
deberías cuidar más de tu novia.
-
No somos novios – dice un poco avergonzada.
-
¿No? ¿Entonces?
-
Somos…
-
No creo que sea de tu incumbencia – interrumpe a su hermano.
-
Como quieras.
Su
hermano le da chaqueta con cara interrogante, pero decide ignorarlo.
-
Bueno, creo que es hora de que nos vayamos.
-
Si, vamos a la avenida…
-
Espera, ¿vais a coger un taxi?
-
Sí.
-
No os lo recomiendo – mira el reloj –, son casi las dos de la mañana y no pasan
muchos taxis a estas horas.
-
¿Y qué sugieres que hagamos? ¿Volver andando? – dice Amelia cortante.
-
Es una posibilidad, pero no creo aguantes con esos tacones. Os llevo en mi
furgoneta.
-
¿Qué? No, sinceramente, prefiero…
-
Amelia, no seas borde – le dice su hermano –, es mejor que nos lleve él. Nos
moriremos de frío y no gastaremos dinero.
-
Pero…
-
No hay peros que valgan. Iremos y punto. Soy tu hermano mayor y…
-
Espera – los interrumpe Roberto, que ha estado observando divertido la escena –,
¿sois hermanos? Nadie lo diría, no os parecéis en nada. A no ser claro…
-
Mira, ya te he dicho que no es de tu incumbencia. Iremos contigo.
Amelia
le mira con ojos fríos, su actitud deja claro que no quiere seguir hablando del
tema y él decide no llevarle la contraria.
-
Vale, vamos. Esta por ahí – señala detrás de él.
Caminan
en silencio hacia la furgoneta, cada uno sumido en sus pensamientos. Cada uno
guarda un secreto, pero ninguno será capaz de superarlo hasta que encuentren a
alguien con quien hacerlo.