Ella fue como la luz que
iluminó mi camino. Pero así como vino se fue, dejando otra vez la oscuridad en mí.
Pero debería haber actuado rápido y no dejar que otro se la llevará; por eso
ahora dejaré que sea feliz y no me entrometeré en su camino. Tal vez algún día
por fin sea mía.
Entra malhumorada, no tiene porque ir en
coches de desconocidos, especialmente si ese desconocido ha bailado contigo y después
se ha ido como si nada. Pero su hermano ha insistido tanto que…
El
chico entra junto con su hermano.
-
¿Dónde vivís?
-
En la calle Julián Gallego. – contesta su hermano – ¿Sabes dónde está?
-
Sí, ¿por las afueras no?
-
Sí. Soy Arthur, por cierto – le tiende la mano.
-
Roberto – le coge la mano, y la sacude – ¿Y tu…?
-
Amelia – dice ella cortante – ¿Y ahora que cada uno sabe su nombre nos podemos
ir?
-
Vaya, menudo humor – gira la llave de contacto y el motor de enciende - ¿Sabes?
Deberías tener un poco más de amabilidad con tu salvador.
-
Tú no…
-
Bueno – le corta Roberto –, ¿no sois de por aquí no? Lo digo por vuestro
acento.
- ¿Tanto
se nota?
Vaya
¿y ahora empiezan a hablar como si se conocieran de toda la vida? Genial,
jodidamente genial. Malhumorada chasquea la lengua, saca su móvil y los
auriculares, va a su lista de reproducción y aprieta Play.
-
Bueno, un poco. Tenéis un acento raro ¿de dónde sois exactamente?
-
Más o menos de muchas partes, nuestros padres viajan mucho, y nos llevan con
ellos. Nacimos en Londres y vivimos ahí durante diez años, después nos mudamos
a Colombia y estuvimos ahí cerca de dos, finalmente llegamos a España hace tres
años.
-
Así que ¿sois hermanos?
- Sí.
- Vaya,
¿puedo decirte algo sin que suene raro?
-
Supongo.
-
No os parecéis en nada. Quiero decir, no todos los hermanos se parecen entre
sí, pero no se…
-
Suelen decírnoslo, no te preocupes.
-
Vale. Entonces dime ¿que tal por Londres?
Y
empiezan una animada conversación sobre los viajes que han hecho los dos, como
buenos amigos. Se ven interrumpidos por la llamada de teléfono de la prima de
Roberto y tras unos minutos de llamada cuelga.
El
silencio invade el ambiente, ya no hay nada que decir. Al menos una se divierte
escuchando música. Al cabo de 20 minutos llegan a la calle, el coche aparca
delante del número 42 y los dos jóvenes bajan.
-
Muchas gracias por el paseo, tío. Sinceramente, nos has ahorrado un gran
esfuerzo esperando un taxi. Pero si hubiera sabido que habías dejado abandonada
a tu prima, no hubiera dejado que nos llevaras.
-
No pasa nada, me ha dicho que iba a coger un taxi, supongo que estará en casa.
-
Bueno, pues muchas gracias.
Se
despiden y el coche se aleja dejando atrás a los dos hermanos. Caminan hacia el
portal, Arthur abre la puerta, deja pasar a su hermana y después entra él. Se
dirigen al ascensor.
-
Bueno, el viaje ha sido divertido ¿no crees?
No
hay respuesta por parte de su hermana.
- Oye,
¿me escuchas?
Chasquea
los dedos delante de su cara haciendo que se sobresalte, Amelia se quita algo
del oído.
-
Perdona, estaba escuchando música ¿qué me decías?
-
Que el viaje ha sido divertido.
El
ascensor llega y se meten dentro, Arthur pulsa el número 5 y las puertas se
cierran.
- Si
tú le llamas divertido al hecho de que un desconocido y tu hermano te ignoren,
sí, ha sido realmente divertido.
-
Oh, venga ya. Vamos hermanita, si tú eres la que se ha mantenido borde con
aquel chico.
-
Lo que pasa es que, por si no lo recuerdas, yo sí que hago caso a lo que nos
enseño nuestra madre.
-
Venga, hermanita, en serio, a veces eres tan seria que ni yo te soporto.
Llegan
al quinto piso, la puerta del ascensor se abre y, como antes, Arthur deja pasar
a su hermana. Cuando llegan a casa, entran dentro.
-
¿Qué hora es?
-
Las dos, creo.
-
Bueno, pues me voy a dormir. Gracias por llevarme a la fiesta, hermanito.
Realmente necesitaba salir.
-
De nada, Amelia. Ya sabes que siempre contaras conmigo ¿verdad?
-
Sí.
Sonríe
y se dirige a su cuarto. Cae rendida en su cama, los pies le están matando.
Se
levanta y se dirige al armario mientras se quita los zapatos y la ropa, dejándolo
todo tirado por el suelo, abre la puerta y saca una percha y cuando ya tiene
todo guardado en su armario se dirige al cajón de su cómoda y saca su pijama.
Cuando ya está lista para irse a dormir se tumba en la cama, apaga el móvil,
cierra los ojos y sueña pensando en aquel chico de ojos azules.
Y
mientras ella piensa en él, él piensa en ella…
Observa
inquieta la moto, no sabe qué hacer. Tiene sentimientos contradictorios ¿debería
montarse e ir con él o coger un taxi e ir andando a casa? Pero como siempre su
deber supera a sus deseos y se quita el casco.
-
Lo siento, no puedo montarme contigo en la moto.
Gabriel
inclina la cabeza hacia un lado, sin comprender demasiado la respuesta de
aquella chica con ojos azules.
-
¿Por qué no?
-
Porque, primero, no te conozco; segundo, no me gustan mucho las motos y
tercero, puedo ver que has tomado algo no demasiado bueno y perfecto para
conducir.
-
¿Te refieres a drogas?
-
Sí.
-
¿Y cómo puedes saber eso?
-
Mi padre es policía, me ha enseñado mucho sobre estas cosas. Tienes las pupilas
dilatadas.
-
Entiendo ¿así que vas a ir andando entre todo este frío hasta casa?
-
Sí.
- Pues
no estoy nada de acuerdo – dice enfadado – Súbete a la moto.
-
No.
-
Mira, nena, como no te subas te subiré yo.
-
Si me tocas gritaré y puede que use una de las tantas tácticas de defensa que
me enseño mi padre.
Se
miran desafiantes, finalmente es él el que da su brazo a torcer.
-
Pues como quieras, tú te lo pierdes nena.
Arranca
la moto y se pone en posición de arrancar.
-
¡Espera!
-
¿Qué? ¿Has cambiado de opinión?
-
No, solo quiero que te pongas el casco.
-
¿Y porque no me lo pones tú?
-
Porque eres tú el que lo tienes en las manos.
Gabriel
sonríe y le tiene el casco. Ella, envalentada tal vez por el frío coge el casco,
se acerca a él, y se lo pone, el visor está levantado por lo que lo baja.
-
Ya está.
Se
aparta, da media vuelta y se aleja. A sus espaldas escucha el motor rugir,
arrancar e irse.
Pero
algo no va bien porque de pronto escucha un frenazo, un pitido, un choque y
finalmente un golpe.
Preciosisisissisisisisimooo!! *-* Aunque me has dejado con las ganas que Sofia subiera en la moto... hahahha Me hubiera gustado saber qué pasaría <3 <3 <3
ResponderEliminarPD: Siento por aparecer tan tarde pero he estado enferma y no he podido leer hasta ahora.
Gracias por este capítulo y sigue escribiendo asíiii!! ^_^